Me dijo el cielo de París
que había un rostro bello
y que su mirada era tan poderosa
que podría crear hechizos
con solo un parpadeo
En el mundo de hoy
entre picassos y genomas
pude tomarme un avión
y llegar hasta la torre eiffel
tomar sol
con un vaso de coca en la mano
y esperar por el milagro de la sangre
en un pequeño camafeo de oro y cristal
y el milagro se produjo
me miro a los ojos
y desde entonces le pertenecí
París ya no tiene milagros para mi
sábado, 27 de septiembre de 2008
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